Sotelo, E. Revista sobre estudios e investigaciones del saber académico
Revista sobre estudios e investigaciones del saber académico, 19 (19), enero /diciembre de 2025 ISSN: 2078-5577 e-ISSN: 2078-7928 2/10
Introducción
La Práctica Profesional Supervisada (PPS) constituye
el periodo nodal donde el estudiante de ciencias de la
salud consuma la transición de la teoría a la praxis,
convirtiéndose en el nexo entre la formación
universitaria y el ejercicio profesional competente
(Castillo, 2012; Porto y Gardey, 2013;). Este proceso
no es meramente una etapa de aplicación, sino una
experiencia de pasaje y tránsito identitario
(Andreozzi, 2011), que debe asegurar la adquisición
de habilidades clínicas, la integración de
conocimientos multidisciplinarios, y la adherencia a
un contexto ético y social (Peña et al., 2016; Montoya
Díaz, 2019).
La efectividad de la PPS se fundamenta en el modelo
de la Formación Basada en Competencias (FBC),
adoptado globalmente para garantizar que los
egresados posean los atributos necesarios para
enfrentar las demandas de la sociedad del
conocimiento (Díaz, 2019; Cruz Jaime et al., 2024).
La FBC se enfoca en la capacidad demostrable del
estudiante en entornos reales (Gomes y Snell, 2021),
un objetivo que en Paraguay ha sido respaldado por
marcos normativos como la Ley N° 5636/2016 sobre
pasantía educativa, buscando vincular legal y
académicamente la formación con el mercado laboral
(Congreso Nacional de Paraguay, 2016; Espinoza
Riveros, 2022).
El desafío de la implementación en contexto
Iberoamericano
A pesar del consenso sobre la FBC y su soporte legal,
la PPS en Paraguay y el contexto iberoamericano
enfrenta desafíos estructurales que comprometen su
calidad (Decoud, 2012; Duarte de Krummel et al.,
2024). La literatura reciente subraya que la
complejidad de la implementación de programas en
salud se debe a un cúmulo de barreras
organizacionales y contextuales (Agudelo-Hernández
et al., 2024). Esta problemática se inserta en las
dinámicas históricas de la educación superior, donde
las estructuras institucionales a menudo relegan la
calidad pedagógica y didáctica en favor de prioridades
administrativas o económicas (Vessuri, 1993;
Hernández Cantero & Arias Sánchez, 2014).
El obstáculo principal se concentra en la didáctica y la
mentoría dentro de la práctica clínica (Gómez, 2020;
Espíndola et al., 2022). La figura central, el supervisor
o instructor clínico, es el pilar que debe mediar entre
la complejidad del entorno hospitalario y la
experiencia formativa del estudiante. No obstante,
estudios como el de Torres (2021), así como las
revisiones de Acosta Cervantes et al. (2023) sobre
estrategias de enseñanza en Latinoamérica, han
evidenciado que la selección de estos profesionales se
basa predominantemente en su experticia clínica (años
de práctica, especialidad) y no en su competencia
pedagógica.
El Problema Central: Supremacía Clínica sobre
Competencia Didáctica
Esta disparidad genera un conflicto central: la
supremacía de la experticia técnica sobre la habilidad
didáctica. Si bien el conocimiento clínico es
indispensable, es insuficiente sin la capacidad de
traducirlo en estrategias de feedback, evaluación por
competencias y uso efectivo de herramientas
pedagógicas, como la simulación clínica (Santos et al.,
2023; García et al., 2023; Gore, 2024). La falta de esta
competencia docente impacta negativamente en el
compromiso del estudiante con el aprendizaje (Jones,
2024) y se manifiesta en percepciones de
insatisfacción, como señalan Pilco Yance y Torres
Pineda (2014) en sus evaluaciones de prácticas.
El presente estudio aborda este vacío crítico mediante
un diseño de métodos mixtos (QUAN-QUAL). Esta
aproximación robusta permitirá ir más allá de la mera
cuantificación de la insatisfacción estudiantil,
cualificando las causas organizacionales y
administrativas que perpetúan este desequilibrio, y
estableciendo la triangulación necesaria para vincular
la percepción del alumno con la política institucional.